Entrevista con Milagros Oreja.
«¿La doctora Oreja, por favor?». «Siga este pasillo hasta el final, vaya a la derecha y, después, otra vez a la derecha. Pregunte en endoscopias». Excluyendo los turnos de sábado y las guardias, y desde hace casi 20 años, Milagros Oreja Arrayago atiende cada día en su consulta del Hospital Virgen del Camino de Pamplona a 14 pacientes. Les enreda en las entrañas. Calcula 10 exploraciones diarias de aparato digestivo, sobre todo manejando el endoscopio. Instrumento en forma de tubo, con una luz y una óptica, que permite ver el interior de un órgano hueco o una cavidad corporal después de introducirlo por un agujero natural del cuerpo o uno quirúrgico.
Si Milagros Oreja se autodiagnosticase, se recetaría inyecciones de tiempo libre. Éste le ha menguado conforme ella ha avanzado. Licenciada en Zaragoza, debutó como médico digestivo de la Seguridad Social en Tudela, donde también sanó a los trabajadores de la empresa Sanyo. Año y medio después la trasladaron a Pamplona. Oreja es médico de ocho a tres. El resto del día, política. Concejal independiente en Areso entre 1983 y 1987 y desde 1995 hasta ahora (el paréntesis se debió a falta de horas para el cargo), esta legislatura se ha estrenado como parlamentaria foral de CDN, de cuyos consejo y ejecutiva forma parte desde el 95.
-¿No se complicó la vida un poco más metiéndose en política?
-Soy individualista e independiente y nunca me había afiliado a ningún partido político. Pero conocí a Juan Cruz Alli en su despacho de abogacía y me llamó la atención como un hombre intelectual y con una gran capacidad de trabajo. Leí el programa del CDN, un partido de centro, progresista, humanista y comprometido con Navarra, y me afilié.
-¿Cómo cree que aporta más a los navarros, con la bata blanca de médico o con el traje de falda y chaqueta de parlamentaria?
-Con los dos. Desde pequeña mi ilusión era estudiar Medicina y ser médico. Mis padres, ganadero y etxekoandre de caserío, hicieron un gran esfuerzo para que los tres hijos fuésemos a la universidad. Mi padre influyó mucho en que cambiásemos de vida y estudiásemos. Los inviernos en Areso traían una nevadas terribles, no podíamos ir a la escuela y mi padre me enseñó a leer el periódico al lado del fuego, con 3 años. Ahora soy también parlamentaria, pero no me cabe en la cabeza dejar la medicina. Cuando consigues aliviar el dolor y, con un diagnóstico precoz, salvas una vida, te produce una satisfacción interior difícil de explicar. Pero como soy soltera y no tengo responsabilidades familiares, decidí aportar también por la vía de la política.
-¿Su estado civil le libera?
-Mi soltería es por convicción. Soy independiente y libre y, como no he parado, hasta ahora no he tenido que pensar en ello. Si tengo algún problema estoy muy apoyada por la familia y no he echado en falta casarme para nada. La maternidad tampoco me la he planteado. Es una responsabilidad muy grande, para la que tendría que haber dejado otras cosas.
-¿Qué es más farragoso, un historial médico o un proyecto de ley?
-Me familiarizo más con la profesión médica. Si lees las leyes una vez, sólo te haces una idea. Tienes que volverlo a hacer para ver si se han dejado algo o llamar al técnico correspondiente para que te la explique. Los informes médicos sé de qué van a la primera. Siempre llevo un maletín con papeles del Parlamento entre las endoscopias.
-¿Habla de política con sus pacientes?
-Hay quienes me han reconocido como política cuando han venido a la consulta. Nadie me ha recriminado ninguna ley, pero hay pacientes que me exigen que trabajemos más en el Parlamento para conseguir más bienestar.
-En una huelga sanitaria, frecuentes últimamente, ¿la doctora Oreja de qué lado se pone: del de sus colegas médicos o del de sus colegas de gobierno?
-Yo no hice huelga porque consideré que, tal y como la había planteado el sindicato médico, no íbamos a conseguir casi nada. Hay que estimular al profesional haciéndole partícipe en cómo organizar el dinero que tenemos para Salud, que es mucho para los habitantes que somos. Pero a los profesionales les parece que no es para tanto.
-Métale el endoscopio al Parlamento. ¿Qué hay allí dentro?
-Nos llevamos muy bien todos, aunque los ciudadanos tienen otra opinión por las descalificaciones y el clima de crispación que hay. Tiene que ser muy duro estar en la oposición y, por eso, deben recurrir a la demagogia barata. Algunos políticos buscan llamar la atención de alguna forma sólo para salir en la prensa al día siguiente.
«Vasca y navarra»
-¿Qué no soporta su estómago? -La violencia, de cualquier tipo. No justifica ningún ideal ni programa político.
-¿Qué tal vive una política del CDN, socio de gobierno de UPN, en Areso?
-Todo el mundo sabe que soy del CDN y no he tenido ningún problema. Soy vasca y navarra, por parte de las generaciones de mi padre y mi madre, y me he criado en euskera. Me da pena que el euskera antiguo se va a peder. El euskera batúa es necesario porque hay que avanzar, pero los dialectos que distinguían al de Areso del de Leitza o Berastegi se van a perder. Cada uno tiene su identidad.
-¿Qué enfermedad es la que más miedo le da?
-Una degenerativa, tanto a nivel muscular como intelectual, como el alzheimer.
-¿La ha sufrido cerca?
-No. Sí las cardiovasculares, porque mi padre se murió de un infarto con 63 años, jugando un partido de pelota en la plaza de Areso.
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